Píntame

Píntame, dibújame tus labios en mi cuerpo, baila entre mis piernas y despíntame para que luego vuelvas a pintarme.
De colores de del deseo, de malabares olímpicos, de lenguas danzantes, de afrodisiaca compañía y luego la catedral se vuelve prostíbulo, la repetición del sexo sin sentido, del sexo idiota, del compilado de babas que recorren los gusanos, y todo se envuelve hermosa y delicadamente en caos.
Refunfuño mi condición, mi envase humano actual, quisiera alas y garras cuando hacemos el amor, quisiera colmillos y ojos grises, veneno en mi lengua, ser en esencia lo que soy.
Mi suerte me impide tanto, me entrega con toda fuerza esta humildad en la que no creo y este corto sosiego que hallo cuando pienso en las grandes meretrices del mundo… vuelvo a ser aire desnuda.
Píntame “te amos” en la espalda y lagrimas en el corazón que solo saldrán cuando escupa mi poción amarga en los ojos de los dioses, me quemo y me extingo me vuelvo cianuro, me vuelvo sulfuro, me vuelvo tan vulnerable… me abro, me cierro, me subes, me bajas, entras, sales, me volteas, y te amo.
Píntame la salida de escape a tus ojos que me acusan, que me miran, que me seducen y vuelvo a ser la dama oscura que cambia de olor con el humor, la dama oscura que se lanza por la ventana y cae en el tren de los estereotipos, quizá mi amalgamada forma te recuerde que sigues vivo, que te doy vida, que te doy mi alma pero que mi gran runa sigue en los cielos en forma de luna y sabor a sangre; soy un portal y tú la llave.