martes, 21 de febrero de 2012

Yo, como tantos otros, vivo buscando lo que no se me ha perdido.
Buscando bestias en la nublada ciudad de grises colores, de aburridos orgasmos, la ciudad del ángel que apunta con el pene a la Compañía de Jesús.
Cuando mi ala decidió nacer en una noche de luna portal, y se desató la belleza de mi demonio sabía que el cielo no era el límite, que las bestias no podían pararme y tenía que esperar a mi otra ala para irme.
Nunca supe, ni sé, ni sabré a donde ir; esos tres verbos encadenados al saber. Nunca nadie sabe en realidad que sabe y si se sabe, nunca es completo.
Busco lo que no sé, quiero conocer algo, alguien… buscar.
Estar partida en mil pedazos como la estrella de la que nació esta luna significa buscar constantemente los mil destellos que se me perdieron, levantarse y buscar. Tener constantemente la sensación de olvidar la cocina prendida o las llaves dentro del auto, de olvidar algo.
Ser parte del viento significa estar dividido, en cuatro puntos cardinales, en corrientes frías y calientes, en trópicos, en el mundo.
Ser parte del caos me hace partirme de nuevo en trozos.
Una nunca forma parte del todo, ni de la nada, ni del caos, ni del viento, se busca lo que una pierde y no encuentra, ni sabe qué busca.
Es básico encontrar la llave del tesoro que nunca se sabe en dónde está.


miércoles, 8 de febrero de 2012