miércoles, 6 de noviembre de 2013

Era un tipo inusual de esos que miras y te enamoras. Con un andar tranquilo, pausado pero ligero, sin pausa pero sin prisa como reza la canción. Lo encontré en un mal día, en malas fachas, en el momento incorrecto, mi ligero optimismo me hace pensar que tenemos malos momentos no mala vida. Me gustó la sutileza de su trato, la atención que brindó con mucha cordialidad a una ardilla como yo, siempre emocionada y eufórica. Lamento, debo decir, me he apagado con el tiempo, antes era un circo en sus primeras funciones, hoy parece que solo recojo la carpa. Quise mirarlo de cerca pero no tocarlo, como a una burbuja puede ser, no ahuyentarlo como a las mariposas, mantener el paso sereno en la sincronía de la respiración, fingir ser su sombra… fui una mala imitación. No importaba eso, retorné a ser yo en la calidez del beso, en las conversaciones eternas hasta mirar el amanecer, siempre me enamoraron los buenos conversadores, los hombres con tinte bélico y contestatario, bohemios y amantes. Era interesante y tenía un olor particular en todo su cuerpo, no sabría cómo describirlo, resultaba un ícono para mí. Un tipo interesante, de buena pinta, modales adecuados. Una sinceridad que parece no pertenecer a la época, barbado y peludo, con un olor a esencia de algo, con las manos traviesas, con miedo a las miradas penetrantes. Le conté de mis miedos absurdos, barrocos, bizarros; su risa centellaba bajo un faro que alumbraba solo a la mitad de su cara. Yo soy una mujer más cotidiana, de simples gustos y a veces extraña, él solo aumentaba el brillo de mis ojos y los cortes de mis labios mostraban aún más dientes con cada sonrisa. Quería ver de fondo el veneno, no podía concebir que semejante estampa sea solo bondad, empecé con el tiempo y su ausencia a percibir cuál era el final de la daga… ya la tenía dentro y gira cada vez que lo recuerdo. Al fin de cuenta la muerte a largo plazo siempre me pareció uno de esos placeres deliciosos para mujeres venenosas como yo. Recordar al inanimado, al ausente, al cambiante y poco metódico siempre resultaría una aventura que viviría mil veces. Ahora mi mente planea algo mejor, deshacerme de todos mis recuerdos, borrar mi memoria y tener la paz que tantos miles de detalles sociales no me permiten, el ojo femenino se fija en hebras profundas de los seres, las brujas amamos más el yang, las brujas amamos sedientas en caos.

miércoles, 9 de enero de 2013

12pm

Hay un umbral absurdo que sobrepasa las 12pm, es un frío inspirador, uno de esos que no te duelen ni los pezones, ni la punta de la nariz, ni las orejitas, es una especie de frío feliz en el que a veces recuerdo cosas, imagino mi vida de otras formas, me veo en otros lugares, mi iTunes se posee mágicamente y pone la música que me llega más al almita. Siento todo el viento fluyendo desde mi serpiente, me transformo, me vuelvo la mujer que soy, deja de estorbarme el mundo y me quedo cómodamente conmigo, como cuando se van las visitas de la casa y sientes ese silencio, ves los vasos de vino vacíos y una ventana queda abierta para quitar el olor a humo. Sueño con tanto, me veo en varios abrazos, me di cuenta que es tan básico el abrazo, mi estatura es ideal para eso, según mis sondeos el 60% de los hombres me amarcan para saludarme, es un abrazo de vente pa´ca chiquiti! Y otros de HOLA PANA te extrañé!, esos son los que más extraño, soy una mujer liviana con aliento a blues por las noches, me pueden saborear a fernet, mi olor tiene un toque de fruta cítrica tropical y maderita. No escribo en orden, soy hija del caos, me muevo por donde quiero, no por donde tengo que ir. En noches como hoy amaría estar en el mirador de la bajada a la san pancho, tomar un vinito, escuchar Pink Floyd, terminar con cumbias, y un intervalo de luces leds y silencio, un abrazo, un tabaco, un beso. Recuerdo los recuerdos, que tautología más bruta, pero así mismo es, la gente que se va es recuerdo, recuerdo a esa gente… esas manos gordas, el ombligo más divertido del mundo, el mejor perfil de uio, el olor de atrás de la oreja de las personas cuando las saludas de beso, los abrazos rompe huesos, cómo era mi vida antes de todos uds, cómo era yo, cómo ya no me pertenezco… Recuerdo con claridad a la mujer de camisetas flojas, de pantalones flojos, de zapatos cómodos, recuerdo como una vez me gustó tanto el blanco y como luego pasé a negro como girando la esquina de alguna calle, rápido, sin drama, sin recordarlo… e intento recordarlo. No escribo hace tiempo, no quiero revisar puntuación y ortografía, estoy aferrada a la idea de superación, felicidad y no drama, ¿me sigo quejando recuerdan?, es parte de mi esencia (auto)destructiva, recuerdo cómo pude quejarme menos y besar más, cómo mi irresponsabilidad me arrastra a mí misma, y las dos nos reímos y nos quejamos y seguimos. Recuerdo los suspiros sincronizados, cómo mi mano calzaba tan bien en el cuello de otro, recuerdo cómo mis pies le gustaban a papuno, cómo mis ojos le chupan el alma a la gente, cómo soy el más amistoso de los vampiros, cómo siempre escribo de mi…. De lo que me pasa Recuerdo cómo el lunar de mi mano derecha era tan marcado y ahora se encuentra casi borrado, recuerdo el primer tampón y la primera borrachera, recuerdo una bajada al valle que accidentalmente terminó en cumbayá, recuerdo la caucara con cuchara, recuerdo los dos mejores conciertos de mi vida. Me pierdo y retorno a la nada, al frío de la 1am que es más penetrante en la yema de los dedos, otra buena canción de un buen insomniado y zurdo amigo, respiro… me retiro