sábado, 15 de mayo de 2010

Aléjate nubecita!


Miraba hacia lo alto, “¡si fueran de dulce!” pensaba mientras observaba a cada una de ellas moverse a paso lento pero seguro. Aparecen orejas, una nariz blanca, “¿Qué será?” se preguntaba…

Podría ser un conejo… O tal vez una oveja… ¡O un ratón de orejas largas!... En la inmensidad cualquier cosa es posible…

Un momento… Se movió todo… Solo es una mancha blanca que poco a poco se va esparciendo en la intemperie…

“Insisto, deberían ser de dulce y dejar caer pedazos de ellas a las niñas como yo… Quisiera una de chocolate, o no, mejor no, una de manjar de leche… ¡O tal vez una sabor a Clarita y que también se pegue en los dientes!”

Otra vez… Ahora solo se unen las pequeñas para formar una grande… “Parece una torre… Se parece a la Torre Eiffel… Quiero subirme ahí, en la punta, para ver a mi perro en la terraza de la casa… ¿Será que alcanzo?”. Comienza la transformación, la Torre Eiffel es un cohete enorme, parecido al Apolo XI.

“Puedo subir ahí para conocer todas las estrellas, me voy a guardar unas cuantas en los bolsillos, una para mi mamá, otra para Amelia, otra para Amaranta, y yo me quedaré con la celeste.” Emocionada, la pequeña se subía a un árbol para no perder su viaje galáctico.

Llegó a la copa y… ¡oh sorpresa! Ya no había cohete… No la esperaron…

Indignada, cogió un aguacate como premio consuelo… Su madre la esperaba abajo, con una funda de colaciones… “Gracias mami, pero yo quiero una nube con ese sabor…”

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo quiero nubes de caramelooooo!!! Nunca es tarde para soniar.. pero quisiera por un segundo volver a ser ninia..

Me encanto el texto... :)..